CINE: DRIVE MY CAR (2021)


"Drive my car" es una película única y exquisita para verla en la gran pantalla,. A pesar de su larga duración (179 minutos más o menos), cada instante, mirada, palabra e incluso silencio, logran captar la tención del espectador, que sin darse cuenta llega casi al final de la película. 

Es diferente a su otra película "La Ruleta de la Fortuna y la Fantasía" (2021). En esta la ligereza, los sentimientos y los personajes femeninos son el plato fuerte. Pero en "Drive my car" el director Ryusuke Hamaguchi explora y va más allá.

Con la ayuda de los actores, puesta en escena, la música, los silencios,... el director consigue que el espectador haga un viaje con muchas paradas y altibajos, en los que tiene la oportunidad de adentrarse aún más en cada uno de los personajes, en su pasado, sus sentimientos,... Especialmente, el camino conduce directamente hacia dos personajes. Como no podía ser de otra forma, uno de ellos el propio Yusuke Kafuke y junto a él: Misaki.

Belleza de historias, giros y sorpresas que dejan a una sin aliento. Incluso, a medida que avanza el viaje o la historia, es asombroso como Hamaguchi, consigue darte datos o pistas y no deja de sorprenderte en ningún momento. Es como si en los 179 minutos, tuviera todo el rato una carta guardada en la manga, a pesar de que ya ha sacado antes una, dos, tres o más.

Y que decir de las actuaciones. Desde las principales (Toko Miura y Hidetoshi Nishifim), hasta las secundaria como por ejemplo, la de Park Yoo-Rim, son en una palabra: brutales. Miman y cuidan a sus personajes, dejándoles sus cuerpos sin ningún impedimento para expresar todo lo que necesitan decir (sea con palabras, movimientos corporales o con el silencio). 

La relación que han construido Toko Miura e Hidetoshi Nishifim, para sus personajes traspasa la pantalla y de verdad que el espectador es capaz de creerse todo lo que dicen. Esa unión de compañeros de viaje, es algo que el cine no debería de perder. ¿Quizás los veamos trabajando juntos en otra película? Esperemos que si.



Mencionar de la misma manera, a la artista surcoreana Park Yoo-Rin. Su personaje habla en lengua de signos y poco a poco, sin darse una cuenta, consigue hacerse oír, hasta en el sitio más ruidoso o silencioso. A medida que avanza la película, empiezas a comprender lo que te quiere decir (aunque no sepas lengua de signos) y eso no es nada fácil. Por favor, alguna mención o premio para esa actriz.

Finalmente, comentar el perfecto encaje de la música, sonidos y palabras de Chejov. Cada uno tiene su sitio exacto. Un sitio en el que no desentona, ni saca de la historia a los espectadores. Es más, logra unir momentos o instantes  y transmite cierta valiosa información, como si nada.

De verdad, si tenéis la oportunidad de verla, no la dejéis pasar. Y si lo podéis hacer en la gran pantalla mejor. El cine asiático viene pisando fuerte, sea con grandes producciones al más estilo Hollywood o con propuestas como la de Ryusuke Hamaguchi: deliciosas historias, con personajes fuertes y llenos de heridas que reparar. 

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